domingo, 28 de junio de 2009

Brasil campeon de la Copa Confederaciones. España queda tercera.

Cuando más soñaba Estados Unidos, Brasil le despertó de un bofetón. Los estadounidenses estuvieron más cerca que nunca de su primer gran título. Al descanso, casi tocaban la Copa de las Confederaciones, gracias a una primera parte en la que explotó su mejor arma, el contraataque, con gran eficacia. Sin embargo, Brasil fue un huracán tras el descanso e hizo valer su talento, su historia y sus galones. Luis Fabiano, Bota de Oro del torneo, hizo los dos goles que empataron el partido, el primero en la primera jugada de la segunda parte, y Lucio remató el trabajo. Brasil une a sus cinco Mundiales su tercera Copa de las Confederaciones. Casi nada.
Brasil reaccionó e hizo trabajar a Howard, pero dejó descubierta la reteguardia. Tras un disparo de Felipe Melo y otro de Maicon que exigieron al meta estadounidense, Estados Unidos montó una contra fabulosa. En dos toques, Davies y Donovan se quedaron dos para dos. Davies centró y Donovan recortó a Ramires de forma sublime con el primer toque. Con el segundo, un disparo cruzado, puso la Copa de las Confederaciones muy cerca de Estados Unidos y muy lejos de Brasil, que entró en el mismo estupor en el que entraron los jugadores españoles el pasado miércoles.
El partido exigía una reacción inmediata de Brasil en la segunda parte y el comienzo no pudo ser mejor. Luis Fabiano recibió dentro del área un balón de Maicon y se giró como un rayo. El balón fue inalcanzable para Howard. Fue la primera jugada de la segunda parte y anunció lo que le esperaba a Estados Unidos. A esas alturas y después de todo lo superado durante el torneo, los norteamericanos no se iban nerviosos, pero desde ese momento fueron conscientes de que el partido iba a jugarse en una única dirección, pues Brasil tenía a Howard entre ceja y ceja.
En la segunda parte, los de Bradley no fueron capaces de asustar al contraataque y eso fue su sentencia definitiva, porque Brasil no temió casi nunca por el 3-1
Kaká, nombrado mejor jugador del torneo, cogió el mando de las operaciones y el asedio no se detuvo. Los de Bradley no fueron capaces de asustar al contraataque y eso fue su sentencia definitiva, porque Brasil no temió casi nunca por el 3-1 y se fue arriba sin ningún miedo. Howard tapó un mano a mano a Luis Fabiano y sacó, probablemente de dentro de la portería, un cabezazo de Kaká. Esa jugada definía hasta qué punto había reculado Estados Unidos. Dunga metió a Alves y Elano y afrontó la recta final con todo el arsenal.
El empate fue obra de Luis Fabiano, pero también mérito de la soberbia zancada de Kaká. Dejó atrás a Spector y su pase de la muerte lo mandó Robinho al larguero. Al rechace acudió Luis Fabiano para cabecear a gol. Estados Unidos estaba a punto de sacar la bandera blanca. El trabajo lo remató Lucio en un saque de esquina a falta de cinco minutos. En la selección de los cinco Mundiales y las tres Copas de las Confederaciones hasta los defensas son goleadores. Ante eso cedió el sueño americano, que fue más profundo que nunca al descanso y que terminó destrozado.

La selección española volverá de Sudáfrica con el tercer puesto de la Copa Confederaciones y muchas dudas en su equipaje tras vencer 3-2 en la prórroga a los anfitriones del torneo. Tras perder la inmunidad ante Estados Unidos, la campeona de Europa bordeó de nuevo la derrota ante un rival menor. La única diferencia fue que supo reaccionar a tiempo como una selección madura, preparada para resolver situaciones de emergencia. En el simulacro ante los Bafana Bafana no se lamentaron daños mayores gracias a la intervención de Dani Güiza en los minutos finales, con España sumida en una depresión y las críticas sobrevolando la cabeza despoblada de Vicente del Bosque.
El técnico salmantino apostó por un once con retoques respecto a su idea original. Mantuvo a Torres y Villa, colocó a Busquets en el mediocentro junto a Xabi Alonso y refrescó la defensa con Arbeloa y Albiol en lugar de Puyol y Ramos. No funcionó. España jugó mal y no supo meterle mano a un partido trampa que nadie tenía ganas de disputar. En lugar de lavar su imagen, España la empañó durante muchos minutos con un juego ramplón, muy distinto al que nos llevó a la gloria hace un año.

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